Cómo dormir mejor en pareja

¡Qué bonito es el amor! Dicen que el amor es lo que mueve al mundo, y seguramente, a todos nos gustaría vivir para siempre en esos primeros meses  de relación en los que nuestra pareja es perfecta, maravillosa y celestial. Todo lo que hace, dice o piense  nuestro enamorado es adorable y llevamos una sonrisa puesta todo el día cual prenda de vestir.  Esos días en los que parece que no exista  más que la  felicidad, las nubes son de algodón de azúcar  y surcan el cielo unicornios rosas. Pero como dicen que el amor es una cuestión de química, con el tiempo  acabamos por percibir algunas pequeñas cosas en nuestra pareja que no son tan adorables. Lo acabamos descubriendo en pequeños detalles, cosas rutinarias. Por ejemplo, en algo tan cotidiano como la hora de dormir en pareja. De repente dejamos de dormir bien con nuestra pareja y las noches sin pegar ojo no lo son  precisamente por motivos tan románticos como al inicio de la relación. Ahora notamos que ufff, resulta que se apodera de las sábanas. O invade demasiado nuestro espacio. O empieza a «respirar» fuerte. Incluso hay algún que otro estudio que insinúa que dormir en pareja puede no ser tan idílico como parece, y lo postula como una causa de insomnio.

Pero como mañana es San Valentín, el Día de los Enamorados, y estamos seguros que la soledad roba más horas de sueño que la compañía, hoy os vamos a dar algunos consejos para conseguir dormir mejor en pareja.

Ronco, luego existo

 Que uno de los miembros de la pareja ronque es uno de los verdaderos caballos de batalla en esto de dormir en pareja. Muchos incluso han terminado por  dormir por separado como solución desesperada. Sin embargo, antes de tomar medidas tan drásticas, lo más adecuado es que, si el problema se mantiene en el tiempo,  se consulte con un médico. Roncar puede ser un problema de salud, y  incluso cuando no constituya ningún problema grave, nos pueden ayudar a buscar soluciones que permitan que nuestro sueño sea más placentero. Para el roncador, es aconsejable no hacer comidas pesadas antes de ir a dormir y no dormir boca arriba. Para el sufrido acompañante, de momento, probemos con los tapones para los oídos. . .

Quietos, ni en sueños

Hay quien se duerme en una postura y prácticamente no se mueve en toda la noche. En cambio, hay otros para los que estarse quietos es imposible y no paran de dar vueltas en la cama. Para minimizar que los movimientos de nuestra pareja perturben nuestro sueño, un colchón suficientemente grande o bien, dos colchones independientes unidos pueden evitarnos algún que otro disgusto.

El abrazo del oso

Los hay tan cariñosos que no pueden evitar dormir abrazados a su pareja, y por mucho amor que haya, hay veces que para el otro puede converirse en algo agobiante. No se trata de dormir en plan Tú a Boston, y yo a California, pero si necesitas un poco más de  espacio, es preferible  hablarlo, con delicadeza, que dormir incómodo y amanecer con dolores de espalda.

Los horarios

A veces nuestros horarios – o nuestros biorritmos- no coinciden con los de nuestro enamorado/a. A uno le puede gustarle ir a dormir tempranito, mientras que el otro es  más ave noctámbula. Uno se despierta con el sol, y al otro se le pegan las sábanas. Como casi todo en una pareja es cuestión de comunicación y término medio: Si el noctámbulo no puede dormir temprano, una luz suave de lectura puede ayudar a que no moleste a su pareja. Y madrugador, intente ser tolerante y no encender las luces mientras su pareja aún duerme.

En resumen, como os comentábamos en otro de nuestros posts, no dormir bien no sólo nos afecta nosotros mismos, si no que puede incluso acabar por influir en nuestra relación de pareja. Esperamos nuestros consejos os lo pongan un poco más fácil.

¡Feliz  Día de los Enamorados!

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Aprendizaje durante el sueño

En esta época son muchos los estudiantes que se enfrentan a uno de sus peores  enemigos: los exámenes. A quién no le gustaría tener una fórmula mágica para aprobar sin tener que pasarse noches en vela estudiando! Seguro que en momentos como éste muchos habréis pensado lo fantástico que sería que de verdad funcionase el aprendizaje durante el sueño. Una grabadora con el temario más odiado bajo la almohada y  voilà, se matan dos pájaros de un tiro: adiós al insomnio -gracias a los contenidos tan emocionantes e intrigantes que muchos deben que memorizar- y adiós a horas interminables con la nariz entre los libros.

La idea de la  hipnopedia o el aprendizaje durante el sueño  ha sido  profusamente utilizada en la literatura de ciencia ficción, pero poco investigada en la realidad. La hipnopedia era el proceso que se utilizaba en Un Mundo Feliz, de Aldoux Huxley o en La Naranja Mecánica, de Anthony Burgess,  con finalidades bastante más oscuras que las de aprobar un determinado examen. En la vida real se han hecho algunas investigaciones con el fin de probar su validez como método de aprendizaje, casi todas en las décadas de los años cincuenta y sesenta, e  incluso se llegan a comercializar cursos de idiomas que prometen al comprador aprender una nueva lengua  sin más esfuerzo que darle al play de un reproductor  mientras duerme. Por suerte o por desgracia, y aunque no se ha llegado a refutar del todo, la mayoría de los científicos que lo investigaron llegaron a la conclusión de que el aprendizaje durante el sueño era prácticamente imposible, más allá de ayudar de recordar algunas palabras sueltas. Poco idóneo en todo caso, para enfrentarse a un examen, que en la mayoría de los casos no implica sólo memorizar, si no entender en profundidad una materia, relacionar conceptos y construir discursos alrededor de ella.

No hay métodos mágicos para un aprobado seguro,  más  allá que  quemarse más o menos las pestañas estudiando, pero sí que hay técnicas de memorización que pueden sernos útiles en momentos en momentos concretos, como relacionar conceptos con imágenes, hacer pareados y canciones o formar palabras cuando por ejemplo, se trata de memorizar siglas, fórmulas o elementos de la tabla periódica. Pero también tenemos que tener en cuanta  es que  el sueño  tiene un papel en la consolidación de la memoria: un buen sueño reparador  nos ayuda a consolidar los conocimientos que adquirimos durante el día, y nos ayuda a concentrarnos mejor. Por eso, no se recomienda pasarse la noche anterior a un examen sin pegar ojo, ya que puede ser contraproducente: es más fácil que  al día siguiente “nos quedemos en blanco”, y no sólo habremos perdido una noche de sueño, si no también, una nueva convocatoria.

Imagen:© Dudarev Mikhail (Fotolia)

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