Un problema te ronda la cabeza. Le das una vuelta. Le das otra, intentando encontrar la solución. Pero parece que se esconde o bien te cuesta decidirte, así que lo dejas estar para después, y ya por la noche, lo “consultarás con la almohada”, pensando que una vez en la cama, en un ambiente relajado, te llegará la solución como por arte de magia.
Aunque es verdad es que a veces algunas de las mejores ideas se nos ocurren en plena noche o incluso durante los sueños (muchos artistas han manifestado que sus obras estaban directamente influenciadas o incluso que habían sido concebidas en sueños), lo cierto es que la práctica de llevarse las preocupaciones a la cama no suele ser nada conveniente. Seguir leyendo