Cuando el estrés nos quita el sueño

No es ningún secreto que el estrés es uno de los mayores ladrones de sueño: si hiciéramos una lista con todos los motivos por los que nos cuesta conciliar el sueño, el estrés estaría sin duda a la cabeza del pelotón. De hecho, algunos expertos citan el estrés como el principal responsable del insomnio ocasional hasta en un 80% de los casos.

Septiembre, con la vuelta a la rutina y a los quehaceres diarios después de un período de descanso, se convierte para muchos en uno de los meses del año en que están expuestos a un mayor nivel de estrés: trabajo acumulado después de la época vacacional, vuelta a los madrugones y un reloj biológico algo alterado también pueden influir en que al llegar la noche y apagar las luces no consigamos dormir tan bien como sería deseable.  Como comentábamos en otro de nuestras entradas, el ritmo de vida hiperacelerado en que vivimos inmersos pone realmente fácil que entremos en una espiral de estrés, ansiedad e insomnio. No dormimos bien porque estamos estresados, y nos estresamos porque no dormimos bien. Este círculo vicioso ocasiona muchas visitas y preguntas a los profesionales sanitarios.

Tampoco cabe duda que en el contexto socioeconómico actual, no es sólo una agenda abultada lo que nos puede ocasionar estrés e insomnio si no también la incertidumbre e inseguridad respecto a nuestra situación laboral y económica. La crisis ha disparado el estrés, de manera que una gran parte de los trabajadores españoles se siente sometido a una mayor presión con respecto a años anteriores. Y por supuesto,  quedarse sin trabajo, algo desgraciadamente habitual en los últimos tiempos, puntúa muy alto en la escala de estrés psicosocial de Holmes y Rahe, una escala que se utiliza en psicología para medir cómo los diferentes acontecimientos en la vida de una persona pueden llevar a desarrollar trastornos psicosomáticos.No hay remedios mágicos, pero un primer paso para afrontarlo es darnos cuenta de que es frecuente experimentar problemas de sueño transitorios cuando estamos sometidos a situaciones de estrés. Reconocerlo puede ayudarnos a evitar preocuparnos en exceso sobre si una noche vamos a poder dormir o no, ya que esta misma preocupación puede ponernos mucho más difícil conciliar el sueño.  Podemos pasar directamente a la acción para controlar un poco mejor esta preocupación de diversas maneras, por ejemplo, levantándonos de la cama si llevamos más de media hora intentando dormir y no podemos. Sal de la habitación e inicia alguna actividad relajante, como por ejemplo leer o escuchar música, hasta que vuelvas a tener sensación de sueño. Repite la operación las veces que sea necesario: sí, puede que te cueste varios intentos, pero vale más eso que pasarse la noche dando vueltas en la cama sin descansar. Es importante que las actividades que decidas hacer en estos momentos sean siempre fuera del dormitorio, ya que tu cama debe ser el lugar destinado al sueño: nada de trabajar o ver la tele en la cama si te cuesta dormir. Otra buena técnica, sobre todo cuando lo que nos agobia son asuntos o tareas pendientes, es llevar un pequeño diario donde apuntemos todo aquello que nos preocupe, como manera de cerrar y valorar el día, y así evitar que consultemos los problemas con la almohada. Los temas pendientes los resolveremos mejor de día, cuando podemos enfrentarnos a ellos y buscarles solución. Y sin duda, nos enfrentaremos mucho mejor a ellos si hemos logrado burlar al insomnio y hemos pasado una noche de buen sueño reparador.

Sigue descansando