Qué significa el jet lag y cómo influye en nuestro reloj interno

Todos hemos oído alguna vez aquello de que el cuerpo humano funciona como una máquina casi perfecta. De hecho, nunca deja de sorprendernos por la complejidad, la multitud de funciones y procesos y cómo parecen  funcionar en armonía. Y en toda máquina, nunca puede faltar un reloj!

De hecho, todos los seres vivos desde plantas a animales hasta organismos microscópicos, poseen un reloj interno. En nuestro caso está en el cerebro, en concreto en el hipotálamo. Nuestro reloj interno interviene en multitud de funciones metabólicas, como por ejemplo, en nuestro patrones de sueño y vigilia: determinan nuestros ritmos circadianos, que están sincronizados con los cambios en nuestro entorno, como el día y la noche.

Nuestro reloj interno tiene un ciclo propio de algo más de 24 horas, y son factores externos como la luz los que intervienen más notablemente en su funcionamiento. Así, nuestro cuerpo, según la hora que marque nuestro reloj interno, segrega una sustancia en función de si es hora de dormir (no recibe luz) o de estar despierto  (hay luz).

En el pasado, nuestros ritmos circadianos estaban más sincronizados con nuestro entorno, ya que no había luz eléctrica y las personas, en consecuencia, se levantaban con el sol y se acostaban con la luna.  Pero ahora no sólo tenemos luz eléctrica que posibilita que recibamos luz tanto de día como de noche, si no que el ritmo que marca el reloj interno no se correponde al de nuestras agendas y entorno social.

Por eso, ocurre a veces que el insomnio o la dificultad para conciliar el sueño se debe a esta desincronización con nuestro ritmo biológico.  Es la consecuencia de lo que Till Roenneberg, cronobiólogo de la Universidad de Munich llama jet lag social. La definición de jet-lag  a secas es precisamente un trastorno transitorio de nuestro ritmo circadiano. Ocurre cuando viajamos y atravesamos varias zonas horarias, de manera que alteramos nuestro reloj. Hasta que nos adaptemos al nuevo horario,  sentimos sueño cuando en  nuestro destino es por ejemplo,  mediodía, y no podemos dormir en plena noche. Sin embargo, científicos como Till Roenneberg argumentan que no hace falta moverse del sitio para que nuestro reloj se altere, porque nuestra falta de sincronización por motivos culturales y sociales también puede alterarlo.

El pasado domingo, en el programa Redes, Roenneberg reflexionaba junto a Eduard Punset sobre este interesante tema. Os dejamos con sus palabras,que suponen un motivo más de recordar la importancia de los seguir horarios regulares cuando nos cuesta dormir.

Sigue descansando