Si para Marilyn Monroe, los mejores amigos de una chica son los diamantes, para la falta de sueño o insomnio, el amigo del alma, es sin duda la ansiedad. Juntos forman alianzas inquebrantables, dúos de corazón complementario, como Batman y Robin, Jack Lemmon y Walther Matthau o Simon & Garfunkel. Ansiedad y falta de sueño son como la pescadilla que se muerde la cola o el huevo y la gallina. La ansiedad no te deja dormir, y dormir mal alimenta la ansiedad. Una espiral sin fin de la que los afectados intentan escapar infructuosamente y no siempre lo consiguen fácilmente. La pregunta clave es, entonces, ¿se puede salir de ahí? Afortunadamente sí se puede, aunque hay que trabajar en ello. No es fácil aprender a calmar los nervios, como tampoco lo es manejar el nivel del estrés en el frecuentemente nos encontramos inmersos. Pero si aprendemos a rebajarlo – y a relajarnos- estaremos en el buen camino para combatir la ansiedad.
Todo el mundo ha sentido alguna vez aquello que popularmente llamamos ansiedad. A pesar de ser un término de uso clínico, habitualmente lo utilizamos como palabra comodín cuando nos sentimos agobiados o sufrimos estrés. Sin embargo, los verdaderos transtornos de ansiedad requieren una visita al médico para su diagnóstico y prescripción del tratamiento más adecuado. Y es que la ansiedad tiene muchas caras y puede expresarse de maneras diferentes según cada persona.
Cuando hablamos de ansiedad en el sentido más cotidiano, casi parece connatural al mundo en que vivimos; no hay más que echar una ojeada a las gentes en las calles de cualquier gran ciudad. Nuestra vida parece transcurrir a toda la prisa, y nosotros parecemos correr en pos de ella, sin nunca pararnos a saborearla. Como decía John Lennon, “La vida es lo que pasa cuando estás ocupado haciendo otros planes”.
El primer paso para lograr que esa ansiedad no nos quite el sueño, y acabe produciéndonos insomnio, es sin más ni más, tomarnos las cosas con calma. Un cambio de actitud puede ayudarnos a complementar cualquier tratamiento para la ansiedad. Siendo conscientes de que no es nada fácil, también debemos saber reconocer que vivimos sumergidos en la angustia del tiempo: todo tiene que ser rápido, ahora, ya, o no vale. El término paciencia parece pasado de moda. “Perder el tiempo” es un señor muy nombrado, con muy mala reputación, y del que nadie quiere ser amigo, y como bien sabían los hombres grises en la estupenda novela de Michael Ende, Momo, el tiempo es oro.
Reaprender a gestionar bien nuestro tiempo y sobre todo, a saber parar y darnos cuenta de que no estamos respetando nuestro propio ritmo, es una tarea que requiere dedicación, pero que puede ayudarnos a reconectar. Las técnicas de relajación pueden ser también un buen aliado para manejar el estrés y liberar tensiones mentales y físicas. Y sobre todo, de vez en cuando es recomendable concederse un ratito a nosotros mismos y pararse a mirar en el escaparate de nuestra vida. Sólo con esto, estaremos dando un pequeño paso para combatir la ansiedad que nos desvela, y no nos deja dormir.
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